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¿Qué pueden hacer los padres para ayudar a estimular el lenguaje de sus hijos en el hogar?

11.03.2012 11:08

 

     Muchas veces, ante un problema del lenguaje o si ven que su niño no habla tanto como el resto de niños de su entorno, lo padres se preguntan qué pueden hacer para ayudar a estimular el lenguaje de su hijo.

     Es importante saber que si se tiene una relación madre/padre-hijo en la que prime el afecto, la serenidad y una buena estimulación verbal adecuada, el desarrollo será el adecuado. Al hablarle cuando le damos de comer o cuando le damos un baño, estamos preparándole para que se comunique de forma verbal.

    Lo más importante cuando estemos hablando con nuestro hijo es que debemos adaptar nuestro lenguaje al niño, y no a la inversa. Y para ello, a continuación, daremos algunos consejos prácticos para hacerlo de la forma adecuada.

   De forma natural, debemos estimular al niño nombrando las cosas y las actividades que realizamos conjuntamente:“toma el chupete”, “mira el biberón”, “nos ponemos los calcetines”... Así, el niño irá aprendiendo que a cada objeto se le asigna un nombre determinado.

   Es conveniente hablar más despacio de lo habitual, pero sin romper nuestra entonación, acento o tono. No se trata de hablar como robots. Además, debemos pronunciar claramente las palabras, exagerando ligeramente la pronunciación de los sonidos.

   Por otro lado, debemos usar frases sencillas adaptadas al nivel de producción y comprensión del niño; nunca se debe usar un lenguaje excesivamente infantilizado o distorsionado, sin olvidar el llamar a las cosas siempre por su nombre o con las mismas palabras o frases (debemos evitar el habla estilo Ned Flanders: el avioncillo, el saloncillo, el chupetillo…).

   Muchas veces olvidamos, cuando apreciamos que se retrasa en la adquisición de sonidos y vocabulario, que los niños comprenden antes de expresarse. Por ello, se dan muchas situaciones en las que exigimos al niño que pronuncie correctamente una palabra:“di coche”, “repite conmigo: coche”, “otra vez más”... Si el niño aún no ha llegado a la fase en la que puede repetir correctamente, se le presiona y exige demasiado. Por eso, si luego cuando si sea capaz, se negara a hablar y no quisiese decir nada de nada, no sería extraño.

Por ello, es muy importante hablar con el niño pero sin exigencias ni presiones para que lo haga; muchos de los problemas del lenguaje surgen en este aspecto porque son los padres quienes, por la fuerza, obligan al niño a hacer las cosas como ellos quieren y cuando ellos desean, sin pensar en las capacidades y motivaciones del niño.

Lo que podemos hacer es recalcar las palabras o tipos de frases que queremos que el niño aprenda a decir mejor, repitiéndoselas a menudo de un modo natural y de varias formas distintas, pero con el mismo mensaje (“mira el coche”, “aquí está el coche”, “el coche hace brummmbrummm”, “¡como corre el coche!”...).

Pero lo más importante, es hablar a menudo al niño en todas aquellas situaciones en las que estamos haciendo o mirando cosas juntos: en la comida, mientras damos un paseo, jugando, durante el baño, viendo un cuento…

Lo más aconsejable es hablarle sobre aquello en lo que muestra más interés. Nos referiremos a acontecimientos presentes, lo que haga “aquí y ahora”, por ser los más fáciles.

Mientras hablamos con el niño, lo que podemos hacer es usar:

 

 

 

 

 

  • autoinstrucciones en voz alta: es decir, nosotros hablamos de lo que estamos haciendo de forma que el niño está recibiendo modelos simples de lenguaje acompañados de alguna acción (por ejemplo, cuando estamos recogiendo la ropa de la colada, vamos diciendo a la vez cosas del tipo “voy a coger la camisa roja”, “aquí están los pantalones de mamá...”).
  • habla paralela: en esta ocasión, el adulto habla sobre lo que el niño hace a modo de acompañamiento de sus interacciones (si el niño está guardando los juguetes en su caja de juguetes, nosotros iremos diciendo en voz alta que “el niño está cogiendo el camión rojo”, “¡qué bien guarda la pelota en su sitio!”...).

     

     

 

Adaptar nuestro lenguaje al del niño es algo que los padres pueden hacer para ayudar a estimular el lenguaje del niño. En breves hablaremos de otras formas de potenciar y favorecer los intercambios comunicativos con el niño, así como algunas técnicas que pueden favorecer a que el niño aprenda a hablar mejor.

LOS NIVELES DEL LENGUAJE VERBAL (FONOLÓGICO, MORFOLÓGICO, SINTÁCTICO Y SEMÁNTICO).

26.02.2012 10:22

 

      El lenguaje es la capacidad innata que poseen los seres humanos para comunicarse. El lenguaje puede ser de dos clases: verbal y no verbal. Llamamos lenguaje verbal a aquel en el que empleamos signos lingüísticos, y puede ser oral o escrito. Cada comunidad de hablantes utiliza una lengua, que es un sistema de signos y reglas combinados entre sí que son comunes a ese conjunto de personas. El sistema de la lengua, dada su complejidad, se estructura, a su vez, en otros subsistemas o niveles lingüísticos, relacionados igualmente entre sí, que se ocupan de analizar distintos aspectos del lenguaje: fónico, morfológico, sintáctico y semántico.

Nivel fonológico

    Se ocupa del plano oral de la lengua. Las unidades lingüísticas que estudia son el fonema y el sonido. El fonema es una unidad mínima abstracta que no posee significado, pero sí una serie de rasgos que le confieren un valor distintivo y sirven para diferenciar palabras. Cada lengua posee un número limitado de fonemas. La Fonología es la ciencia que estudia los fonemas, que se representan entre barras: /b/, /d/. El sonido es la realización concreta e individual de un fonema pronunciado por una persona. Los hablantes producen variantes diferentes de un mismo fonema. La Fonética es la ciencia que estudia los sonidos, que se representan entre corchetes: [d], [ð].

Nivel morfosintáctico

Estudia la lengua desde el punto de vista morfológico y sintáctico, niveles estrechamente relacionados:

El nivel morfológico estudia las clases de morfemas y de palabras, y su estructura:

Los morfemas son unidades mínimas de la lengua que poseen significado. Este significado puede ser léxico (de ahí que hablemos de morfemas léxicos o lexemas: cas-; hij-) o gramatical (morfemas flexivos o derivativos: -o; -a/ -ero; -dad). Las palabras se clasifican según sus morfemas y su posible función sintáctica. Estas clases de palabras o categorías gramaticales son los artículos, sustantivos, adjetivos,  verbos, pronombres, adverbios, preposiciones y conjunciones.

El nivel sintáctico

     estudia la función de las palabras en un contexto determinado. Cada una de las clases antes señaladas está especializada en una función sintáctica. Las palabras se combinan en sintagmas y oraciones. En la oración aparecen dos funciones básicas: el sujeto y el predicado. En el sintagma distinguimos el núcleo y los complementos.

Nivel semántico

    Este nivel estudia todo lo relacionado con el significado léxico de las palabras y, por tanto, con los lexemas. El significado de una palabra se caracteriza por la combinación de una serie de rasgos semánticos mínimos, llamados  semas, que la distinguen de otras palabras. Así la palabra  gato podría descomponerse en los semas +animal, +doméstico; y lámpara en +objeto inanimado, +utensilio para dar luz. Las palabras o unidades léxicas pueden agruparse en subconjuntos léxicos, llamados  campos semánticos, cuando palabras de la misma categoría gramatical comparten algún sema o rasgo significativo que las agrupa y diferencia de las demás. Ejemplo:  bebé, niño,  joven, muchacho, adolescente, hombre, anciano... (+Humano, +varón).  Por otro lado la correspondencia significante/significado no es simple y unívoca, ya que no siempre a un significante le corresponde un solo significado (monosemia) sino que frecuentemente se produce la sinonimia, la polisemia y otros fenómenos como la homonimia y la antonimia.

    Tampoco el significado permanece inalterable con el paso del tiempo sino que se producen alteraciones en esta relación entre significante y significado que llamamos cambio semántico. Ejemplo: azafata (antes: ‘camarera de la reina’; hoy: ‘auxiliar de aviones’) villano (antes: ‘habitante de una villa’; hoy: ‘malvado’).

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08.02.2012 01:55

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